lunes, 30 de abril de 2018

De méritos, deméritos y competiciones

Leo el debate que se ha generado sobre los méritos de ganar las distintas competiciones, y llego a los argumentos de nuestro Lucas. Irreprochables. La liga es el trofeo de la regularidad y la Copa de Europa, en tanto son menos partidos, tiene más posibilidad para la sorpresa. Y sin embargo, haré unas consideraciones. 

Recordando mi época de estudiante (ayer por la tarde, como quien dice), siempre se generaban debates sobre los estudios que realizaba (o, en algunos casos, perpetraba, jojo) cada uno. Había varias conclusiones que se repetían: existían carreras de mucho esfuerzo y regularidad como Medicina, que no eran estrictamente difíciles (en el sentido de tener asignaturas inalcanzables al entendimiento). Su dificultad estribaba en la constancia necesaria para meterse entre pecho y espalda los cientos de folios de los exámenes teóricos. Nadie iba a no entender el temario de enfermedades infecciosas, eso estaba al alcance de todo el mundo (unos necesitarían dos semanas para absorberlo y otros dos años y varios intentos, pero a la meta se llega), ahora bien, sacrifique usted los sábados de primavera para enfrentarse a semejante mierdón. El mérito devenía, pues, del esfuerzo y la constancia.

Por contra, existían otras carreras donde el temario estudiado puede que no fuese tan extenso, pero entraban en juego factores como la brillantez, el talento o el control de los nervios. Pienso en cosas como algunas Ingenierías, o Físicas, o algo similar. Haber estudiado mucho no te asegura el cinco, incluso puedes pasarte meses revoloteando sobre conceptos y... ¡No acabar entendiéndolos! La dificultad tiene aquí más carácter cualitativo que cuantitativo. 

Me parece una buena metáfora para nuestro debate. En mis preferencias estético-morales, yo siempre simpatizaré y valoraré más aquello que, por su propia naturaleza, requiere de algo más que el puro picar piedra. Sin restarle un ápice a esto, que es durísimo (a mí me lo van a contar, siendo alguien más preparado para el segundo tipo de estudios, tuve que vérmelas con el primero). Pero entiendo que haya quien valore más lo otro. Ambos logros, como cualquier logro, son profundamente estimables.

Unas últimas puntualizaciones. Puestos a ser partidarios de las competiciones donde se premia la regularidad, perfilemos un poco la metáfora, Pep, campeón. Es verdad que la liga o la carrera de Medicina son un premio a la regularidad y a la constancia. Es verdad que las ligas las gana el más sólido, se reduce la incertidumbre y por ello gana el mejor. Pero de alguna manera ese pensamiento está dando por hecho que todos parten de una igualdad de oportunidades que es totalmente ficticia. No es lo mismo el estudiante de Medicina que tiene todas las tardes libres, familia rica que le pone todos los profesores particulares que necesita y horarios de estudio a la carta, que el estudiante que va becado con el agua al cuello, tiene una presión de la hostia, problemas personales en casa y trabaja al mismo tiempo de camarero para pagarse el alquiler. Ganar la liga tiene mucho mérito, sí. Pero más con el Atlético que con el Bayern de Múnich. Que le pregunten a Emery.

Otrosí, uno puede aprobar un examen de los del tipo talentoso sin haber estudiado mucho. Un golpe de suerte. Pero sacarte tres ingenierías en cuatro años, llegando al penúltimo curso (semifinales) en las últimas ocho ocasiones que lo intentaste (y algunas de estas últimas tan cerca de culminarse que solo lo impidieron detalles como un larguero en Turín o un penalti a las nubes), igual obliga a perfilar un poco más el relato del mero talento puntual. Igual el término dominación, cuando hablamos de tantas copas de Europa seguidas, dice otra cosa, máxime cuando algunos no pasan de cuartos desde los tiempos en los que yo era estudiante aún. A ningún madridista le reconfortaba el hecho de que, analizando bien, las eliminaciones en octavos durante seis largas temporadas podían explicarse con la suerte. Nos ha jodido.

PD: llegamos a la Final Four contra mi pronóstico. Qué grandes son los nuestros, amigos. Talento, esfuerzo y algo más. Mi Real Madrid 

viernes, 20 de abril de 2018

Sin duende en Atenas


Pablo Laso es un entrenador a un discurso pegado. Llegó con un libreto que hacía años no se olía en nuestra sección a la deriva y agarró el toro por los cuernos. Sobre la base de una serie de jugadores propicios (el fichaje del Rudy pre-jubilación por la lesión de espalda fue la clave de bóveda; Nocioni la puntilla de carácter que nos faltaba), dirigió el equipo, con más pericia en el rumbo global que en las marejadas particulares de cada partido, hasta llevarnos a la gloria. Defensa intensa basada más en la velocidad y anticipación que en la pura fuerza, pívots móviles que se desplacen lo más rápido posible, la voluntad de correr en cuanto se pueda, y la prohibición de especular. Para cuando la velocidad y la garra no eran argumentos suficientes, a falta de ideas geniales desde la táctica, Pablo Laso había tenido el acierto de recuperar a un duende canario que abría el frasco de las esencias y cuya improvisación talentosa solía ser inabordable para los contrarios. Agradecimiento eterno, insisto, porque este modelo nos ha proporcionado los mejores años de la sección que yo he podido ver.

Sucede que de un par de temporadas a esta parte, la veteranía de ciertos jugadores clave ha ido pesando. Algunos se han retirado, otros han marchado, unos pocos no son lo que eran, algún repuesto no ha dado la talla. El nivel general ha bajado, y por eso llegamos a la eliminatoria de cuartos de final en Atenas, uno de los huesos más duros posibles, con unas prestaciones menores que hace dos o tres años. Y, ay, sin el duende que nos salvaba en los peores momentos, hoy sentando cátedra en Moscú. La paliza del primer partido parecía premonitoria, con Laso incapaz de responder a las incógnitas que iba planteando el encuentro. Como decíamos, Pablo es un entrenador a un discurso pegado: tiene casi siempre la misma respuesta a todas las preguntas que le plantea cada escenario.

Ayer, nuestro huérfano coach se aferró a lo más parecido a un tablón de salvación que encontró. Recurrió a la veteranía, a esos jugadores que ya no son los de antaño pero cuyas gestas aún están lo suficientemente cercanas en el tiempo como para que la esperanza no suponga una utopía. El partido de gente como Felipe Reyes, Carroll o el mismo Rudy es una gesta excepcional que merece un reconocimiento máximo (¡2/2 en triples de Felipe! ¡Lo que hizo Jaycee!), y al mismo tiempo la confirmación de que Laso no tiene planes alternativos. Salió cara, afortunadamente, pero no era lo esperable. Porque nuestros abueletes, extraordinarios ellos, no son el duende que, él sí, podía permitirse reinar desde la anarquía y que el equipo creciese desde ahí. El protoduende esloveno que tenemos aún está en el horno y lleva dos meses con un desempeño irregular. Al pseudoduende menorquín que rompía la baraja desde la determinación antes que desde la magia lo perdimos en agosto y no sabemos cuándo ni cómo volverá.

No tengo ni la más remota idea de lo que nos deparará el resto de la serie. Sé lo que propondrá Laso para los partidos de Madrid, y, por encima de todo, sé que, de querer continuar por el rumbo de estos siete años, habrá que renovar la plantilla este verano. Traer nuevos jugadores que impongan el discurso establecido por encima de las circunstancias concretas de cada encuentro puntual, y, desde luego, algún duende que sepa improvisar cuando esto no sea posible. 


jueves, 12 de abril de 2018

El penalti de Benatia en la prensa internacional

Vista la jugada una y otra vez, creo que es penalti, más que por el empujón, por el golpe en el costado con la pierna. Me he pasado por la prensa internacional, a ver qué opinan:

La Gazzetta dello Sport
EN LA PORTADA: "La rabia y el orgullo. La Juve domina al Real en Madrid pero sale por un penalti muy dudoso al 97'
EN LAS PÁGINAS INTERIORES: "la intervención del defensor es arriesgada, pero al mismo tiempo interpretable. El español intenta el control del centro de Ronaldo, Benatia viene desde atrás e intenta todo con la pierna izquierda para quitarle la pelota. Por supuesto, hay un apoyo mínimo con las manos y luego también un contacto a la altura de la axila. En resumen, las dudas sobre la legalidad de la intervención son legítimas, pero también los son las de quienes creen que la entrada de Benatia no es punible".

L'Équipe
EN LA PORTADA: "La buena estrella del Real. En el tiempo adicional, Ronaldo transformó un penalti justo".

Olé
EN LA PORTADA: "Es el penal Madrid. Polémica eliminación a la Juve".

Daily Mail
EN LA PORTADA: "Árbitro Oliver en caos rojo".
EN LAS PÁGINAS INTERIORES: "Michael Oliver acertó al pitar un penalti final al Real Madrid y expulsar a Buffon... Se mantuvo calmado y tomó una decisión valiente".

Guardian
EN LA PORTADA: "Ronaldo salva al Madrid con un penalti al final".

 

viernes, 6 de abril de 2018

Detalles en Turín

Nuestro querido Diego siempre afirma que la suerte en el fútbol es muy relativa, y pone el ejemplo de que un penalti dentro o fuera, ejemplo paradigmático que se suele utilizar para ilustrar el azar en el fútbol, viene dado por una serie de factores (habilidad, templanza, autocontrol, etc.) que impide que podamos hablar estrictamente de mera fortuna. 

No le falta razón, desde luego, pero esto no quiere decir que los futbolistas (y muchos otros, todos en realidad, en distintos ámbitos de la vida) puedan controlar de manera consciente todos y cada uno de los aspectos de la actividad que desempeñen. A menudo hacemos las cosas sin pensar detenidamente cada uno de los pasos del mecanismo, de modo que, siendo cierto que somos los ejecutores de nuestro destino, nuestros propios sesgos o incapacidades nos impiden hacer cálculos previos con una precisión total. En definitiva, todo este peñazo se puede resumir en un perogrullo: no somos máquinas.

Pensaba esto cuando leía el debate acerca de la chilena de Ronaldo como factor decisivo que cambió el rumbo del partido de cuartos en Turín. ¿Son los goles conseguidos en jugadas aisladas (es decir, no producto de un dominio importante del juego) suerte, detalles o cómo lo podemos llamar? Para mí, son los momentos que hacen impredecible el fútbol, y que convierten un deporte de corto tanteo que tenía todas las papeletas para ser un pestiño, en algo tan adictivo. Ah, la impredecibilidad.

Las consecuencias de esos detalles, de esas acciones solo parcialmente controlables, son devastadoras. Se habla de que sin el 0-2 la Juve nos hubiera terminado ganando. Es posible. Pero yo tengo otros recuerdos en Turín. Un partido de ida de semifinales, en esta ocasión, con un entrenador italiano en nuestro banquillo. Un partido con empate a uno, y con múltiples ocasiones a nuestro favor. Y un balón rematado por James a escasos centímetros de la línea de gol que se estampó incomprensiblemente en el larguero. El Madrid terminó perdiendo el partido, la eliminatoria, la posibilidad de quitarle el triplete al Barcelona y la continuidad de Ancelotti.

Mismo lugar, poco tiempo entre ambos episodios. Suerte, detalles, falta de control, sesgos. 

Fútbol.