domingo, 6 de agosto de 2017

Matar al padre

Matar al padre es la figura metafórica que usaba Freud para referirse al instante en que las personas maduramos y dejamos de depender de la aprobación o tutela paterna, porque en ese momento dejamos de admirarlo o creerlo casi omnipotente, como sucedía en la infancia.

Mourinho es la última persona que yo consideraría "un padre" para el Madrid. Si bien resultaría injusto negar que el proyecto de Florentino Pérez se colocó a la par del resto de grandes de Europa recorriendo la parte más dura del tortuoso camino con el portugués. Para lo bueno y para lo malo. El final del trayecto y los éxitos auténticos llegaron una vez la figura del setubalí andaba bien lejos de Concha Espina, pero ciertas espitas (y también algunas zonas de tierra quemada) fueron colocadas por el insufrible. De modo que en cierta medida, existe un (diminuto, si queréis) hilo que vincula el satisfecho Madrid actual con sus titubeantes orígenes. 

El martes nos encontramos con Mou, amistosos aparte, por primera vez desde que se marchó. Se trata de una competición menor, pero nos ha de servir para cortar los últimos vestigios que quedan. Tenemos que matar al padre.