jueves, 23 de marzo de 2017

Cuando les ganas a medio gas...

Resulta difícil destacar cuál es la peor noticia para el Barcelona de baloncesto. Hay para elegir, incluso si enumeramos espontáneamente, sin pensar mucho. Una plantilla que no cree en el entrenador y al que están haciendo la cama, según algunas fuentes, una serie de jugadores sobrevalorados y sobrepagados, un dineral gastado en fichajes a media temporada de rendimiento minúsculo, una sensación de permanente frustración e inferioridad cuando se enfrentan al Real Madrid, dos años y medio sin ganar ningún título importante, eliminados de la Euroliga antes del cruce de cuartos de final...

Normalmente diría que tal situación puede servir de acicate, orgullo de los jugadores mediante, para salir de la misma. Pero es que llevo sosteniendo eso desde el principio de temporada, y más bien parece que somos los madridistas los únicos que confiamos, algo temerosos, en un posible resurgir culé. Los azulgrana son un equipo sin alma, y aunque la lógica podría indicarnos que, a un partido por semana, pueden centrarse en la ACB y luchar por ella en los play-off del final de año, nada apunta en este sentido. Veremos si son capaces de lamerse las heridas.

El partido no tuvo apenas historia. El Madrid no necesitó jugar a muerte como en el duelo de ida (63-102 en el Palau, recordemos, con ventajas de hasta casi 50 puntos de diferencia), y dejándose ir consiguió la victoria casi al descuido, como apartando una mosca de un manotazo. Si alguien está acostumbrado a jugar al tran-tran es Llull, gustándose en ataque pero sin defender un pimiento (sólo desde su coladero y el de Carroll el FCB pudo conseguir algunos puntos de manera más fluida). Ojo a esta actitud del base menorquín cuando lleguen los partidos de verdad. Justo al contrario actúa Rudy, excelso en defensa pero que no las mete ni en una piscina. Como no penetra apenas debido a la desconfianza en su espalda, su aporte anotador es prácticamente nulo. El que sí está inspirado es Randolph, que es un jugador brutal cuando controla sus pérdidas de concentración.

Aun con todas estas carencias, el equipo blanco fue superior (las agresiones de Tomic y la autoexpulsión de Bartzokas supusieron la rúbrica final del lamento blaugrana) y ya tiene asegurado el factor cancha en el cruce de los ocho mejores. Se está hablando mucho del puesto en el que interesa quedar para evitar caer en semifinales contra el Fenerbahçe, pero primero llegarán los cuartos de final. En esta Euroliga hasta el más tonto hace relojes. Menos, por desgracia para ellos, el Barça.



martes, 14 de marzo de 2017

Decepción sevillista

Me senté a ver el Leicester-Sevilla con una sensación extraña, como si estuviese contemplando un encuentro de una liga extranjera. Generalmente suelo tomar partido, aunque sea levemente, por el equipo español en liza. Pero, quizá imbuido por mi estado de ánimo de estas semanas, la apatía me impidió siquiera fingir interés por el resultado de la contienda en ningún momento. El Sevilla es un conjunto que se esfuerza en caer antipático, prolijo en declaraciones vocingleras y altisonantes por parte de aficionados y directivos. Las últimas, las del presidente Castro donde De la Morena: "Desde que estoy en el cargo no he perdido una eliminatoria europea". Como diría un amigo mío: Don Fútbol no perdona estas cosas. Por su parte, mi escepticismo ante el relato futbolístico British (un estilo a mi juicio bastante pacato, y para más inri hipertrofiado por una legión de zombis que miran, risibles, por encima del hombro al continente con el consabido "ejto jí que ej fúrgol") hacía que colocarme en el lado blue fuese imposible. De modo que observé los 94 minutos sin padecimiento ni emoción.

El equipo hispalense me decepcionó. Daba la impresión de que el escenario le sobrepasaba, y que cargaba sobre sus hombros con una presión desmedida. Dos veces en la última década había desaprovechado la oportunidad de colarse en cuartos de final, y ambas contra rivales no especialmente temibles (Fenerbaçhe y CSKA). El decimoquinto de la liga inglesa suponía, según la prensa andaluza, una oportunidad de oro para acceder al top 8 continental. El naufragio de los Vitolo, N'Zonzi, Ben Yedder, Correa, Sarabia, y, sobre todo, Nasri (¡ridículo dejando a sus compañeros en inferioridad!) fue total, incapaces de crear peligro más allá de un par de jugadas, penalti incluido. La responsabilidad "pesó" a todos los delanteros, y el lanzador hubo de ser un mediocentro, que lo tiró tan mal que suerte tuvo de que llegara a la línea de gol. 

Para entonces el Leicester ya ganaba 2-0, solo con ganas y juego directo. Los amantes del fútbol inglés me restregarán la proeza por encima de la forma, y algo de eso hay, no cabe duda. Ahora bien, no me vendan nunca más la pureza de los jugadores británicos. La actitud de Vardy, fingiendo una agresión, merece que lo apeen en la siguiente ronda. Ojalá el que tenga la opción sea el Madrid.



jueves, 9 de marzo de 2017

El precio del miedo

"El hombre que sabe cuándo no actuar es sabio; a mi forma de ver la vida, la valentía es prudencia"
Eurípides.

Nunca sabremos si Emery, apodado "el catedrático" por sus seguidores, mantuvo en su mesita de noche, durante las semanas de previa, un libro sobre los poetas trágicos griegos con este aforismo subrayado. En cualquier caso, de manera voluntaria o no, el PSG saltó al césped del Camp Nou respetando el espíritu de la sentencia de Eurípides. Bastaron dos minutos para que comenzara el primer acto de la obra más cruel jamás representada en el estadio culé.

"Es fácil ser valiente desde lejos"
Esopo

Anoche, el terror superó a la mayoría de futbolistas parisinos, pero a ninguno como al portero. Es cierto que nadie lo tuvo más difícil en el once, pero a mi juicio la jugada que marcó el rumbo de la noche fue el primer gol, el de Suárez. El balón llegó al área pequeña de rebote, a trompicones, impulsado más por las dudas de los zagueros que por otra cosa. En ese momento ya había varios culpables de mala gestión defensiva, mas todo era subsanable si el portero salía y se hacía con una bola ventajosa. No sucedió así, y el miedo previo, ya abundante, dejó paso a un hedor insufrible.

"Muy a menudo el miedo a un mal nos lleva a realizar otro peor"
Nicholas Boileau-Despresaux.

El Barcelona rondaba él área sin tirar a puerta. Desde la frialdad de los datos (solo había tirado a puerta en el gol) no parecía especialmente incisivo, pero la noche se regía por sensaciones. El tembleque de los defensas hacía que cada decisión que tomarán fuera la inadecuada. Pelotazos a la primera ocasión, y, cuando verdaderamente eran necesarios, optaban por ceder a un compañero en una posición más comprometida. La tendencia acogotadora llegó al punto culminante en una jugada a priori sin peligro de Iniesta, convertida en autogol de Kursawa por no atreverse a ser contundente cuando pudo, y despejando a deshoras y mal instantes después. 

"Un jefe crea miedo; un líder confianza"
Rusell H. Ewing.

Los aspavientos de Emery en la banda durante toda la primera parte, absolutamente infructuosos, impiden que sea catalogado como un auténtico líder. Puede que no restara, mas tampoco sumó. El PSG salió del descanso más tarde de la cuenta, y la hipotética conjura no impidó el 3-0 de penalti dudoso. Solo a partir de entonces, con todo perdido, los menos patéticos del conjunto parisién dieron señales de vida.

"La visión más valiente de la vida es el ver a un hombre luchando contra la adversidad"
Séneca.

Verrati, por primera vez en toda la noche, juntó unos minutos de lucidez y organizó algo la situación. Llegaron buenos pases a Cavani, uno estrellado en Ter Stegen, otro al palo y otro dentro. Con el oxígeno del gol hubo una contra de Di María (horrible y soberbio, su gesto de mandar callar a la grada lo destierra al ridículo) abortada por Mascherano de manera dudosa. Entonces, la poca confianza adquirida por la certeza del marcador se vio disipada por los fallos en la puntilla. La intentona de Verrati había sido bella, pero finalmente infructuosa.

"Forte fortuna adiuvat" (la fortuna favorece al valiente)
Del latín.

Si hubo un valiente en el encuentro de anoche, ese fue Neymar. Es verdad que sus revoluciones pudieron mandarlo a la calle, pero su determinación hizo que el Barcelona volviese a creer cuando el marcador pintaba más complicado. Metió el cuarto y el quinto, y asistió para el sexto en el delirio del descuento. 

El Barça no sólo ha pasado una ronda. Ni siquiera ha salvado un match ball. Ha hecho algo mucho más terrible para sus adversarios. Ha conquistado el miedo. Quién podrá luchar contra semejante ola hacia un nuevo triplete, no se me ocurre. 

Eso sí, parece claro que hay que impedir que cunda el pánico.



lunes, 6 de marzo de 2017

Vamos a Nápoles

El Tercio Viejo de Nápoles, fundado en los años 30 del siglo XVI por Carlos I, constituye una metáfora bastante suculenta a la hora de contextualizar literariamente el partido de mañana. Pero no tengo tiempo. Solo subrayaré mis deseos de victoria, especialmente intensos esta vez pese a enfrentarnos a un equipo italiano, debido al recordatorio que hizo Maradona en la ida de cuán imbécil se puede llegar a ser. Que vaya por ti, Diego Armando. Con BBC o sin BBC, ahora mismo me da igual.

PD: huele raro raro lo del miércoles.