Por In Goal We Trust
Permitan ustedes que abra el grifo para llenar la bañera, sin prestar
atención a la temperatura del agua, mientras voy enchufando la tostadora de pan
y dejándola cerca, a mano, para poderla asir con facilidad cuando me haya
metido en el agua. Aunque me abrase o me congele, tanto da como esté el agua
cuando me sumerja y deje caer la tostadora en la bañera en estruendoso shock
eléctrico; en cierto sentido, no engañaría a nadie si dijera que todo me la
“refanfinfla” sabiendo que de nuevo ha de sonar el despertador a las 6 en punto
de la mañana y el "I got you babe" ha de
devolverme de nuevo a la vida.
Estamos en Octubre de nuevo, el mismo Octubre
triste, lánguido y gris de siempre; y como de costumbre nuestros jugadores
lesionados (o apunto de ello) se zumban miles de kilómetros para que los
galenos de sus selecciones obren el milagro (¡y ríanse ustedes del que se obró
con Lázaro!) que les permita calzarse los borceguíes y saltar al campo
vistiendo la gloriosa camiseta del combinado nacional correspondiente. Poco
importa que lo hagan mancos, medio cojos o cojo enteros (pues al que no es
dueño de la pelota, poco le importa que se pinche), para luego devolvérnoslos
(ahora sí) completamente lesionados, con la total confianza de que podrán
recuperarse tranquilamente en nuestra casa hasta la próxima llamada de su
selección en que, sin importar si están sanos, mancos, medio cojos o cojo
enteros, su presencia volverá a ser requerida allende los mares. Y si ello no
fuera suficiente castigo, la mitad de los que se fueron sanos vuelven también
mancos, medio cojos o cojo enteros, para nuestro regocijo y disfrute y a mayor
gloria de FIFAS, UEFAS, CONCACAFRES y demás mafias. Es curioso
que, con seiscientos y pico millones de presupuesto anual, nuestro club se
parezca más al "12 de Octubre" (y no lo digo ni por el mestizaje de
los integrantes de la plantilla, ni por la raza que se les presupone en su
sentido aguerrido) que a un club de fútbol. A este paso Sanitas va a pasar de
ser un patrocinador residual a ser el club en sí mismo: Real Sanitas Club de
Fútbol. Vamos, es como si se tratase de una ”sisofromatem”,
en que, como contramedida al orden natural de las cosas, temporada tras
temporada la bella mariposa se transformase en una triste crisálida.
Estamos en Octubre de nuevo, el mismo Octubre
triste, lánguido y gris de siempre; y como de costumbre contemplas la
enfermería y te preguntas que coño es lo que debe haber pasado para que,
teniendo una enorme plantilla en Agosto, con un armario de tres cuerpos y fondo
amplísimo, ahora sólo tengamos presente al baúl de los recuerdos de Karina y
cantemos a los cuatro vientos que cualquier tiempo pasado nos parece mejor. Al
igual que da lo mismo por dónde pringues la tostada, porque siempre que caiga
al suelo caerá del lado de lo "pringao", la Ley de Murphy aplicada al
fútbol (y en concreto al Real Madrid CF) determina que da lo mismo como
confecciones tu plantilla, siempre se te romperá el jugador que no tiene
repuesto natural o aquel cuyo repuesto es un "pringao" que nunca está
cuando se le necesita. Así que ya tenemos al entrenador "pringao",
haciendo encaje de bolillos para alinear un once de garantías sobre el césped
y, como en todos los mediados de Octubre de unas fechas a esta parte, nos
encontramos con el “allenatore” viéndose obligado a colocar piezas fuera de
lugar, intentando que las redondas encajen con las cuadradas y los diamantes
casen con las estrellas, en un Tétrix difícil de imaginar a principios de
Agosto. Ese es nuestro sino, madridistas, el no poder disfrutar nunca de lo que
tenemos. No acertamos una ni queriendo; por unas causas u otras siempre
acabamos añorando al que se fue o echamos en falta al que no vino. Nuestra
pieza clave siempre estará sustentando otra bóveda desde la que se aprecie con
burlona nitidez el derrumbe de nuestro enésimo arco de iglesia.
Estamos en Octubre de nuevo, el mismo Octubre
triste, lánguido y gris de siempre; y como de costumbre nuestro equipo sigue
sin saber si juega a tenerla, quitarla o regalarla, a correr o esperar, a
amagar o pegar, a avanzar a por el enemigo a pecho descubierto o a asaltarle
desde cualquier recodo del camino en cuanto incurra en un descuido. Y así nos
sentamos a esperar ingenuamente a ver si por aquellas casualidades de la vida
un lepidóptero bate sus alas en Pekín y por efecto mariposa inverso nos dota de
mecanismos de juego que nos hagan resurgir del caos absoluto en que volvemos a
estar sumidos en nuestro perpetuo otoño; porque sólo estamos en Octubre y queda
mucha tela que cortar, mucha temporada por delante, muchas hojas por caer,
tanto de los árboles, como de calendario, y, además, nunca una liga se ganó en
Octubre,... aunque con esa cantinela ya vaya para unos cuantos lustros en que
tampoco se ganen en Mayo (salvo contadas excepciones que se suelen identificar
como confirmación de la regla).
Así que con este panorama ante mis ojos, después
de ver tantos Octubres distintos a lo largo de estos últimos años, pero tan
similares que parecen uno mismo, permítanme ustedes que me sumerja en la bañera
y zambulla suavemente la tostadora de pan para así poder dormir tranquilamente
hasta el próximo Agosto, en que volverá a sonar el despertador a las 6 de la
mañana y el "I got you babe" me despierte e
invite de nuevo a pensar en lo que se hizo mal ayer, con la ingenua esperanza
de ver si a alguien se le ocurre intentar arreglarlo de una vez por todas. Y en
esa montaña rusa, en ese histrionico vaivén de alegrías y desconsuelos, estaré
hasta el próximo mes de Octubre, el mismo Octubre triste, lánguido y gris de
siempre, en que volver a mi bañera, con mi fiel tostadora, a dormir de nuevo
sin que se hayan resuelto los viejos problemas, "of course",
pero llevando ahora en el zurrón algunos nuevos que sumar a la causa, como no
podría ser de otra manera...
A ver si hay suerte la próxima vez que despierte
y al menos me puedo enrollar a la bella Andie MacDowell de una vez por todas,
porque lo que es que se arregle el equipo de fútbol... va a ser que no.
P.D.: De todas formas, no debemos desdeñar ni
menospreciar nuestra peculiar travesía por el desierto futbolístico porque,
como ya dejó escrito para la posteridad Antoine de Saint Exupéry, lo que hace
maravilloso al desierto es que no sabes qué se esconde detrás de cada duna y
quién sabe si al remontar la siguiente no encuentres del otro lado un pozo de
agua clara y fresca, en forma de Champions League, dónde calmar tu sed de
fútbol.