miércoles, 26 de octubre de 2016

Los suplentes vikingos asaltan León

En el año 968, una flota de 100 drakkares vikingos, comandada por su jefe Gunderedo, desembarcó en Catoira (Pontevedra), dispuesta a saquear el reino de León y Galicia. Tras un par de carnicerías en las cercanías de Padrón y Compostela, el obispo de Iria Flavia, llamado Sisnando Menéndez, reunió a un contingente de tropas gallego-leonesas en Fornelos. Menéndez se hallaba dispuesto a plantar cara a los invasores del norte. En audaz cabalgada, el buen hombre se lanzó a dirigir a sus soldados contra Gunderedo, pero una flecha lo derribó de la montura causándole la muerte. Los leoneses y gallegos, al ver muerto a su líder, huyeron en desbandada, y durante dos años estuvieron los vikingos saqueando aquellas tierras sin que nadie pudiera oponérseles.

En el año 2016, el Real Madrid inició una excursión en terrenos del reino de León que hacía tiempo no pisaba. Los caudillos locales también trataron de reclutar tropas contra la venida vikinga, con resultado similar. 7 goles como 7 soles, casi sin despeinarse, son un botín mayor que el que pudo obtener Gunderedo siglos atrás. El hambre de los Vázquez, Morata, Mariano, Asensio... arrolló a la Cultural Leonesa, que sólo alcanzó el gol de la honrilla cuando el Madrid quiso aflojar. La desesperación se reflejó en una agresión a Kroos que el árbitro decidió ignorar, quizá consciente de que el drakkar madridista iba repleto. 

Gunderedo fue derrotado, capturado y ejecutado por el ejército del conde Gonzalo Sánchez, cuando en el 970 ya volvía para Ferrol, dispuesto a regresar a su país en sus naves. Los vikingos del siglo XXI, por si acaso, regresan esta noche a la capital de España.


viernes, 21 de octubre de 2016

Ganarle el pulso a la mano de Elías

Tel Aviv siempre es una salida dificilísima en cualquier calendario, por más que este Maccabi sea un conjunto de estrellas sin conjuntar. De la desorganización israelí se aprovechó el Madrid desde bien pronto, sacando músculo en el juego interior y abriendo una pequeña distancia. La brecha la agrandó Carroll, homérico en el tiro de tres, sin olvidar las labores de intendencia de Othello Hunter, fichajazo sin tanto renombre como otros (que vaya preparando el Barcelona la denuncia pertinente por su pasaporte, que tiene pintaza este jugador).

Al descanso el partido parecía, si no finiquitado, sí al menos en la senda conveniente para que la inercia hiciera el resto. Pero el Madrid no contaba con la salida en tromba de los macabeos (16-0 de parcial) y la caraja de Laso. Tiene nuestro entrenador la costumbre de planificar el reparto de los minutos de las próximas jornadas con mucha antelación, desde su despacho, en un delicado ejercicio de orfebrería que busca cuidar rendimientos y egos a la par. Mas la lectura del partido debe primar en última instancia, sobre todo en canchas tan duras, y ayer Pablo fracasó por pretender agarrarse al libreto. Mientras Llull no tenía su día y Draper hacía un papelón, Carroll y Hunter agitaban toallas en el banquillo y Doncic aguardaba "protegido" (viendo el rendimiento cuando salió, más parece que a quien protegíamos era al Maccabi). Sólo los triples inverosímiles de un Rudy inspiradísimo nos mantuvieron a flote en un horrible tercer período.

Los últimos diez minutos, con Doncic, Carroll, Hunter, la superioridad de Randolph (ay, cuando coja confianza) y unas buenas defensas en el 1x1 de Felipe Reyes, nos permitieron hacernos con la victoria. La lógica indica que la mano de Elías se convertirá en cuasi inexpugnable a medida que pasen las jornadas y los Weems, Goudelock, etc. hagan piña, pero lo cierto es que ayer se agarraron al partido sólo desde su calidad. Veremos. El Madrid, de momento, suma dos victorias importantísimas y ya tiene la vista puesta en la tercera jornada, frente al Baskonia.




PD: Para las estadísticas de David: 53 duelos entre macabeos y madridistas, 22 para los primeros y 31 para nosotros.

martes, 11 de octubre de 2016

La temporada de la marmota

Por In Goal We Trust

Permitan ustedes que abra el grifo para llenar la bañera, sin prestar atención a la temperatura del agua, mientras voy enchufando la tostadora de pan y dejándola cerca, a mano, para poderla asir con facilidad cuando me haya metido en el agua. Aunque me abrase o me congele, tanto da como esté el agua cuando me sumerja y deje caer la tostadora en la bañera en estruendoso shock eléctrico; en cierto sentido, no engañaría a nadie si dijera que todo me la “refanfinfla” sabiendo que de nuevo ha de sonar el despertador a las 6 en punto de la mañana y el "I got you babe" ha de devolverme de nuevo a la vida.



Estamos en Octubre de nuevo, el mismo Octubre triste, lánguido y gris de siempre; y como de costumbre nuestros jugadores lesionados (o apunto de ello) se zumban miles de kilómetros para que los galenos de sus selecciones obren el milagro (¡y ríanse ustedes del que se obró con Lázaro!) que les permita calzarse los borceguíes y saltar al campo vistiendo la gloriosa camiseta del combinado nacional correspondiente. Poco importa que lo hagan mancos, medio cojos o cojo enteros (pues al que no es dueño de la pelota, poco le importa que se pinche), para luego devolvérnoslos (ahora sí) completamente lesionados, con la total confianza de que podrán recuperarse tranquilamente en nuestra casa hasta la próxima llamada de su selección en que, sin importar si están sanos, mancos, medio cojos o cojo enteros, su presencia volverá a ser requerida allende los mares. Y si ello no fuera suficiente castigo, la mitad de los que se fueron sanos vuelven también mancos, medio cojos o cojo enteros, para nuestro regocijo y disfrute y a mayor gloria de FIFAS, UEFAS, CONCACAFRES y demás mafias. Es curioso que, con seiscientos y pico millones de presupuesto anual, nuestro club se parezca más al "12 de Octubre" (y no lo digo ni por el mestizaje de los integrantes de la plantilla, ni por la raza que se les presupone en su sentido aguerrido) que a un club de fútbol. A este paso Sanitas va a pasar de ser un patrocinador residual a ser el club en sí mismo: Real Sanitas Club de Fútbol. Vamos, es como si se tratase de una ”sisofromatem”, en que, como contramedida al orden natural de las cosas, temporada tras temporada la bella mariposa se transformase en una triste crisálida.



Estamos en Octubre de nuevo, el mismo Octubre triste, lánguido y gris de siempre; y como de costumbre contemplas la enfermería y te preguntas que coño es lo que debe haber pasado para que, teniendo una enorme plantilla en Agosto, con un armario de tres cuerpos y fondo amplísimo, ahora sólo tengamos presente al baúl de los recuerdos de Karina y cantemos a los cuatro vientos que cualquier tiempo pasado nos parece mejor. Al igual que da lo mismo por dónde pringues la tostada, porque siempre que caiga al suelo caerá del lado de lo "pringao", la Ley de Murphy aplicada al fútbol (y en concreto al Real Madrid CF) determina que da lo mismo como confecciones tu plantilla, siempre se te romperá el jugador que no tiene repuesto natural o aquel cuyo repuesto es un "pringao" que nunca está cuando se le necesita. Así que ya tenemos al entrenador "pringao", haciendo encaje de bolillos para alinear un once de garantías sobre el césped y, como en todos los mediados de Octubre de unas fechas a esta parte, nos encontramos con el “allenatore” viéndose obligado a colocar piezas fuera de lugar, intentando que las redondas encajen con las cuadradas y los diamantes casen con las estrellas, en un Tétrix difícil de imaginar a principios de Agosto. Ese es nuestro sino, madridistas, el no poder disfrutar nunca de lo que tenemos. No acertamos una ni queriendo; por unas causas u otras siempre acabamos añorando al que se fue o echamos en falta al que no vino. Nuestra pieza clave siempre estará sustentando otra bóveda desde la que se aprecie con burlona nitidez el derrumbe de nuestro enésimo arco de iglesia.


Estamos en Octubre de nuevo, el mismo Octubre triste, lánguido y gris de siempre; y como de costumbre nuestro equipo sigue sin saber si juega a tenerla, quitarla o regalarla, a correr o esperar, a amagar o pegar, a avanzar a por el enemigo a pecho descubierto o a asaltarle desde cualquier recodo del camino en cuanto incurra en un descuido. Y así nos sentamos a esperar ingenuamente a ver si por aquellas casualidades de la vida un lepidóptero bate sus alas en Pekín y por efecto mariposa inverso nos dota de mecanismos de juego que nos hagan resurgir del caos absoluto en que volvemos a estar sumidos en nuestro perpetuo otoño; porque sólo estamos en Octubre y queda mucha tela que cortar, mucha temporada por delante, muchas hojas por caer, tanto de los árboles, como de calendario, y, además, nunca una liga se ganó en Octubre,... aunque con esa cantinela ya vaya para unos cuantos lustros en que tampoco se ganen en Mayo (salvo contadas excepciones que se suelen identificar como confirmación de la regla).



Así que con este panorama ante mis ojos, después de ver tantos Octubres distintos a lo largo de estos últimos años, pero tan similares que parecen uno mismo, permítanme ustedes que me sumerja en la bañera y zambulla suavemente la tostadora de pan para así poder dormir tranquilamente hasta el próximo Agosto, en que volverá a sonar el despertador a las 6 de la mañana y el "I got you babe" me despierte e invite de nuevo a pensar en lo que se hizo mal ayer, con la ingenua esperanza de ver si a alguien se le ocurre intentar arreglarlo de una vez por todas. Y en esa montaña rusa, en ese histrionico vaivén de alegrías y desconsuelos, estaré hasta el próximo mes de Octubre, el mismo Octubre triste, lánguido y gris de siempre, en que volver a mi bañera, con mi fiel tostadora, a dormir de nuevo sin que se hayan resuelto los viejos problemas, "of course", pero llevando ahora en el zurrón algunos nuevos que sumar a la causa, como no podría ser de otra manera...



A ver si hay suerte la próxima vez que despierte y al menos me puedo enrollar a la bella Andie MacDowell de una vez por todas, porque lo que es que se arregle el equipo de fútbol... va a ser que no.



P.D.: De todas formas, no debemos desdeñar ni menospreciar nuestra peculiar travesía por el desierto futbolístico porque, como ya dejó escrito para la posteridad Antoine de Saint Exupéry, lo que hace maravilloso al desierto es que no sabes qué se esconde detrás de cada duna y quién sabe si al remontar la siguiente no encuentres del otro lado un pozo de agua clara y fresca, en forma de Champions League, dónde calmar tu sed de fútbol.